Descubriremos uno de los más grandes y famosos parques arqueológicos de Italia, comparable solo con el de Pompeya. Cercano al mar, gracias a su flota, Ostia fue un centro comercial muy importante en la época romana. Su uso empezó a decaer cuando el rio Tíber dejó de ser navegable y es ahí cuando perdió su importante rol como zona comercial.
Ambas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La primera, era la residencia extraurbana del emperador Adriano, y conserva todavía muchas ruinas de la época romana. La segunda, se remonta al año 1550, construida por el Cardinal Hipólito de Este, y se presenta como un imponente palacio con un jardín precioso, con mezcla de juegos de agua y fuentes.
Más allá de su belleza por las iglesias y edificios medievales, Asís se merece mención especial en la historia italiana, por haber sido la ciudad natal de San Francisco, el santo patrón de Italia, y de Santa Clara, fundadora del orden monástico de las clarisas. En la Basílica de San Francisco nos encontraremos con los nombres más grandes de la pintura a nivel italiano y mundial como Cimabue y Giotto, que nos han dejado obras de pintura mural de un valor inestimable.
A Perugia, llegaremos tras seguir un camino de escaleras mecánicas a través de fortificaciones medievales, desembarcando directamente en el centro histórico de la ciudad. Junto a la calle principal, Corso Vannucci, nos encontraremos con muchas otras pequeñas calles que convergen entre ellas. Perugia conserva aún su estilo del período Etrusco, contando edificios espectaculares y un tejido urbano medieval. La ciudad vio nacer a ilustradores como Perugino y Pinturicchio y formarse a personajes tan famosos como Raffaello, Pietro Aretino, Piero della Francesca y Luca Signorelli.
El burgo medieval de Bagnoregio está situado en la cumbre de una montaña de toba y solo se puede acceder a pie a través de un puente. A causa de la erosión de la colina, este pueblo, que se encuentra entre uno de los más bonitos de Italia, se arriesga a desaparecer, de ahí que lo hayan bautizado como “la ciudad que muere”. Orvieto, ciudad de origen etrusca como prueban sus famosas necrópolis, cuenta con una catedral que se puede considerar obra maestra de la arquitectura gótica italiana. En el interior, nos encontramos la Capilla de San Brizio, con frescos de Juicio Final de Luca Signorelli. Otra impresionante obra de sofisticada ingeniería es el Pozo de San Patricio construido por Antonio da Sangallo el Joven para el Papa Clemente VII que debía disponer de un refugio seguro en caso de peligro.